miércoles, 25 de marzo de 2009

a modo de prólogo

El tiempo no marca tanto una vida como lo hace el escenario en que te toca
vivirla

Rosaura Rodríguez




yo no sé en qué instante doblar las esquinas de la mesa fue…
en ese compás de lo cotidiano de lo unilateralmente igual
los mismos escondites de la casa
los mismos enceres en los bolsillos
el mismo periplo para acercarse a alguien
el mismo gesto nocturno
esos intentos fallidos por cambiar de isla
que te hacen así convexo con el código corpóreo de decir adiós

nisiquiera sé de la pelusa que se remueve en cada sueño taimado

allí justo allí se zanjan las primeras interrogantes

qué de aquellos que habitan el centro de la mesa
les importa acaso que alguien como vos en franca resaca de conceptos
invada los bordes
sus bordes así es
sólo estamos de paso como la visita de los domingos
ese es su pedacito de realidad esa que se come con los dedos
de este tiempo-mirada que se hace escenario para vivir
sí somos eso lo plusvalico
el uno más uno innecesario
el método utilizado también para desencontrarnos
para asirnos a un que te vaya bien
y hasta aceptar las estepas de un amor reversible
de un amor calendario
hasta de un amor epígrafe

así discurres queriendo ser ese hombre normal
que no pide ayuda a nadie nunca
que no se extravía con los gestos comunes
que no sabe que las ventanas se hicieron también
para soñar

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